Un
susurro
Puede
que tenga que preguntar
tu
nombre
como el
que busca consejo de amigo
y gotas,
en la memoria turbia,
no
recuerden tu ropa
cuando
te pienso.
Puede
que tu corte de pelo pase inadvertido,
que
fuera divertido
no
atender a las señales,
omitir
la información de los muros,
de la
calle,
abrir
ventanas con enlaces insulsos.
Puede
que mis letras
giren
espirales y desaparezcan,
que
parezca cercano el desinterés
y me
siente en otra mesa,
ausente,
mirando
desde
esta incierta distancia.
Puedes
pensar que sigo de largo,
que vivo
quieto,
manso,
en un
letargo de amores pasados
con
decorado,
terrazas,
heridas
y
silencios en una palabra:
lejos.
Pero no
soy el amo y,
menos,
dueño de
mi soledad.
Puedes
creer cualquier mentira mía
y
hacerla nuestra,
la
acepto.
Lo
cierto es que tu acento
es daga
grabada
en carne
viva,
a fuego,
invisible.
Tengo tu
voz aquí
y a la
deriva
sin permiso,
no la
pierdo.
Un
susurro nunca se olvida.
Fotografía: Mario Javier Chambi
Abraham Arvelo
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