Y puede que ese sea una de las mayores riquezas que he tengo... curiosidad y ganas de aprender.
Solo y con tropiezos, a base de esfuerzo y tiempo (¿he perdido mucho por ganar un poco?). Pero han llegado buenas influencias y, alguna vez, hasta he sentido las manos que se abren para descubrir algo nuevo (y eso es maravilloso).
Puedes tener la suerte de cara y encontrar algún amigo que crece al mismo ritmo tú, que sin querer conecta con esa inquietud y sólo verlo te anima a seguir tus pasos. Al final lo que aprendes determina tu camino... más tropiezas, más aprendes a levantarte (y aprendes solo, en eso nadie te acompaña).
Y cada vez tienes menos impulso por culpa de edad o de la aparición del miedo, de los horarios o del invierno en las mañanas de sábado, del ring preciso en el despertador, de la mesa puesta o la cocina desordenada... pero nos pasa, nos quedamos quietos, nos aburrimos de nosotros mismos sin motivo. Matamos la curiosidad y luego nos hacemos las preguntas equivocadas, como si fuera cierto que sólo hay un lado, la cruz.
Sin curiosidad ni ganas de aprender no soy más que lo que fui... la vida no va dejar que pierdas la esencia y te aburrirá, te llevará por la tristeza hasta que caigas, hasta que no soportes el ruido. Vivir es aprender desde que nacemos.
Así que, un día, te miras en el espejo y te das cuenta que hace tiempo que no te miras en el espejo. Te ves alguna arruga, alguna cana salpicando el pelo y giras... nada grave, sólo has perdido tiempo.
Sin embargo el "Tiempo es Vida" y lo habrás pasado aprendiendo que no puedes perder la curiosidad (si aprendes la lección no habrás perdido tiempo). Hay que cuidarla como una novia o un niño, compartirla, mimarla, hacerle un hueco... encontrarla cada día, amarla.
Hoy me toca aprender, no sé qué, tendré que descubrirlo.
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